Creo que todos tenemos algo de egoístas. Es más, creo que si
no lo tuviésemos sería imposible la vida para nosotros.
En el fondo de las cosas que hacemos creo que hay cierta
dosis de egoísmo ya que en última instancia es para sentirnos bien con nosotros
mismos.
Cuando les digo a la gente que se vuelvan lo que ya son, ósea,
egoístas, ponen el grito en el cielo asegurando que ese sentimiento no va con
ellos.
En esto la iglesia católica nos ha hecho un flaco favor
creando el pecado del egoísmo y creando la culpabilidad en algo que todos
tenemos y que ella se ha aprovechado de esto durante siglos.
Ser egoísta es una condición humana. Somos egoístas cuando
nacemos para sobrevivir en este mundo. Lloramos para que nuestros padres nos
atiendan, nos alimenten, nos den su amor. Somos egoístas después, cuando no
queremos compartir nuestras cosas con los hermanos o con los amigos, a eso de
los cuatro o cinco años.
Somos egoístas cuando queremos que nuestra amada o amado
solo esté con nosotros matando así el amor. Somos egoístas compartiendo
nuestras cosas para que después los demás compartan las suyas con nosotros.
Y así un sinfín de acciones que les ponemos la etiqueta de
generosas cuando en el fondo por lo que lo hacemos es por nosotros mismos. Para
sentirnos mejores, bien por dentro. Para que
nos acepten y nos quieran.
Aceptemos que somos egoístas ¿y qué? Por eso el mundo no se
va a parar o detener ni vendrá el apocalipsis.
Los niños son naturales y son egoístas. Volvamos a ser
niños. Jesús dijo que para entrar en el reino de dios teníamos que volvernos
como niños.
Pero como todo en esta vida, existen extremos. Ser egoísta
en extremo nos perjudica y pretender no serlo en absoluto nos hace daño.
Buda durante cuarenta años enseño a la gente a caminar por
el camino del medio. Enseño el equilibrio y que ahí encontraríamos la paz
interior.
Hemos de aprender a ocuparnos de nosotros mismos siendo
conscientes de lo que hacemos. Volvernos egoístas con consciencia y así
sabremos y decidiremos cuando nos puede ayudar o nos puede perjudicar esta
actitud.
Ser generosos sin ton ni son hace que nos entreguemos tanto
a los demás que perdamos la orientación y nos perdamos a nosotros mismos. No
ser generoso en absoluto nos hace daño y nos aleja del placer de dar y
compartir con nuestros semejantes.
Considero que ocuparnos de nosotros primeramente, es decir,
ser egoístas moderados y hacer cosas por los demás de forma moderada puede aportarnos
paz, tranquilidad y relajación interior.
Ser egoísta no es un pecado. Pecado es ser egoísta y no
reconocerlo ya que esto nos llevara a nuestro infierno particular.
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