martes, 14 de agosto de 2012

EL EGOISMO

Dice la RAE que el egoísmo es el inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse de los demás.
Creo que todos tenemos algo de egoístas. Es más, creo que si no lo tuviésemos sería imposible la vida para nosotros.
En el fondo de las cosas que hacemos creo que hay cierta dosis de egoísmo ya que en última instancia es para sentirnos bien con nosotros mismos.
Cuando les digo a la gente que se vuelvan lo que ya son, ósea, egoístas, ponen el grito en el cielo asegurando que ese sentimiento no va con ellos.
En esto la iglesia católica nos ha hecho un flaco favor creando el pecado del egoísmo y creando la culpabilidad en algo que todos tenemos y que ella se ha aprovechado de esto durante siglos.
Ser egoísta es una condición humana. Somos egoístas cuando nacemos para sobrevivir en este mundo. Lloramos para que nuestros padres nos atiendan, nos alimenten, nos den su amor. Somos egoístas después, cuando no queremos compartir nuestras cosas con los hermanos o con los amigos, a eso de los cuatro o cinco años.
Somos egoístas cuando queremos que nuestra amada o amado solo esté con nosotros matando así el amor. Somos egoístas compartiendo nuestras cosas para que después los demás compartan las suyas con nosotros.
Y así un sinfín de acciones que les ponemos la etiqueta de generosas cuando en el fondo por lo que lo hacemos es por nosotros mismos. Para sentirnos mejores, bien por dentro. Para que  nos acepten y nos quieran.
Aceptemos que somos egoístas ¿y qué? Por eso el mundo no se va a parar o detener ni vendrá el apocalipsis.
Los niños son naturales y son egoístas. Volvamos a ser niños. Jesús dijo que para entrar en el reino de dios teníamos que volvernos como niños.
Pero como todo en esta vida, existen extremos. Ser egoísta en extremo nos perjudica y pretender no serlo en absoluto nos hace daño.
Buda durante cuarenta años enseño a la gente a caminar por el camino del medio. Enseño el equilibrio y que ahí encontraríamos la paz interior.
Hemos de aprender a ocuparnos de nosotros mismos siendo conscientes de lo que hacemos. Volvernos egoístas con consciencia y así sabremos y decidiremos cuando nos puede ayudar o nos puede perjudicar esta actitud.
Ser generosos sin ton ni son hace que nos entreguemos tanto a los demás que perdamos la orientación y nos perdamos a nosotros mismos. No ser generoso en absoluto nos hace daño y nos aleja del placer de dar y compartir con nuestros semejantes.
Considero que ocuparnos de nosotros primeramente, es decir, ser egoístas moderados y hacer cosas por los demás de forma moderada puede aportarnos paz, tranquilidad y relajación interior.
Ser egoísta no es un pecado. Pecado es ser egoísta y no reconocerlo ya que esto nos llevara a nuestro infierno particular.

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