jueves, 31 de mayo de 2012

EL LIBRO

Una vez pensé en escribir un libro. La verdad que no sabía que poner en él aunque si tenía claro que quería hablar del amor. Lo comencé varias veces y otras tantas desistí. Nunca me vi capaz de escribirlo y lo que es más importante, no soy un experto en el amor y mucho menos tengo todas las respuestas que nos podamos hacer con este tema. Entonces decidí que si alguna vez escribía sobre él seria basándome en mi experiencia vivida con mi corazón, mi mente y mi alma.
Lo que si he descubierto en mí y en los demás es que lo que mata al amor es el miedo a sentirlo. Miedo a experimentarlo. Pero no hay por qué preocuparse, casi nadie sabe que es el amor de verdad. Suelo oír a la gente que un buen amante es el que se comporta como un campeón en el sexo. Es una buena estupidez, yo creía que un buen amante es el que ama de verdad, lo expresa y lo más importante, lo demuestra. Pero muy poca gente consigue esto, sobre todo porque no sabe cómo hacerlo y lo más triste, no sabe ni que es. Pero el mundo sigue girando.
He encontrado personas que deseándolo, que queriendo sentirlo no han sido capaces de experimentar el amor por sentir ese miedo. Desean tanto una cosa que cuando el amor llama a su puerta salen corriendo. Esto lo vi en una amiga, cuando el amor llamo a su puerta, literalmente, se fue al baño.
El miedo al amor no es más ni menos que miedo a sufrir, a que te hagan daño, al dolor. Este sufrimiento hace que no puedas acercarte a las personas que quieres. El desconocimiento de uno mismo y la falta de la confianza necesaria para sentirte seguro, a salvo si expresas lo que sientes y te permites experimentarlo, hacen el resto.
El miedo surge del poco conocimiento que tenemos de nosotros mismos sobre lo que sentimos y experimentamos diariamente, minuto a minuto. El desconocimiento de nuestro propio ser hace que suframos con sentimientos tan nobles y  como la tristeza, el dolor y el desamor. Es cierto que a nadie le gusta sufrir, a mí tampoco, aún así sentir todo esto nos hace mejores personas, mas humanos, sencillos.
Desde mi punto de vista, el dolor esta puesto en la tierra para que crezcamos, que nos transformemos. Es un sentimiento que nos permite empatizar con el otro, que hace que nos sintamos unidos, comprendidos. La verdad, nadie me puede comprender mejor que otra persona que ya ha pasado por un sufrimiento igual o parecido. Esto hace que me sienta comprendido, cercano, aceptado, nada raro, y en última instancia, querido, amado.
También es importante ver que la otra cara de la moneda. ¿Qué es lo que le da vida al amor? Lo que lo nutre es la confianza. Este sentimiento es muy amplio, aunque realmente, sin esto no existe lo otro. Si no hay confianza entre ambas personas la relación de amor no se establece.
De entre todos los amores que experimentamos a lo largo de nuestra vida, existe uno que es el que menos nos permitimos sentir por desconocimiento primero y después por miedo. Es el amor hacia nosotros mismos. En esta sociedad que vivimos, en el ritmo de vida que llevamos hacen que no nos preocupemos de sentirnos, de pararnos a ver que nos sucede en nuestro interior. Nos enseñan tanto a vivir hacia fuera que hacia dentro somos unos perfectos desconocidos. Creemos que sabemos cómo somos pero somos unos extraños para nosotros mismos.
Esto tiene sentido ya que cuando nos sentimos “mal” (tristes, vacios, dolidos) huimos de estas emociones y no nos abandonamos a ellas, impidiéndonos conocernos en ellas cuando las atravesamos. Entonces nos volvemos ignorantes sobre lo que nos quieren mostrar y hacia donde nos quieren llevar.
El amor es el sentimiento que nos universaliza, que nos hace a todos iguales, sin discriminaciones. Es cierto que hay son personas que son incapaces de vivenciarlo y tampoco es menos cierto que no se les ha enseñado a hacerlo.
El primer amor que sentimos es al nacer. Al venir a este mundo somos seres inválidos, débiles y desnutridos. El amor de una madre y de un padre es esencial para el bebe. Sin esto el niño moriría. Y así sucede hasta que comenzamos a caminar nosotros solos por el mundo, o incluso durante toda nuestra vida. El amor de los padres, el cómo lo sintamos, el cómo nos lo hagan sentir y comprenderlo con el paso de los años va a condicionar nuestra conducta emocional y física futura.
Para mi ser padre es muy importante, pero no por la comida, que también, libros, juguetes, etc. Sino por la enseñanza emocional que le están trasfiriendo a su hijo ya que dependiendo de lo que aprenda y de la forma que lo haga así desarrollara la forma de relacionarse en el futuro con el mundo y consigo mismo. No me gustaría poner esta carga a los padres, aunque también es cierto que es así y creo que la realidad es la realidad me guste más o menos y así he de aceptarla.
Considero que tal y como está la sociedad occidental actual, está como suele decirse: el mundo al revés. A los hijos se les da de todo lo material y a nivel emocional se les deja a su suerte, que ellos se apañen. Y así nos va la sociedad. Tecnología: ordenadores, internet, móviles que los sacan de la realidad; padres que no saben educar: dejan esa parte a los profesores; las emociones negativas se ocultan: tristezas, muertes; y desconocimiento de sí mismos, nos están llevando a un mundo sin sentido.
Otra cosa que me sorprende es como protegen a los niños actualmente. Como si hubiese que protegerlos de algo a nivel emocional. Estoy viendo niños que jamás han visto a una persona muerta y aunque sé que hay detractores de esto, considero que es un error. Creo que no hay mayor enseñanza sobre la vida después del nacimiento que la muerte. Ambas cosas son lo único seguro que vamos a tener en toda nuestra vida.
Recuerdo cuando era pequeño, que a los fallecidos los amortajaban los familiares y el duelo se hacía en la propia casa, incluso en la propia cama del muerto. Recuerdo que veíamos el dolor en las caras de los familiares, de los padres, hermanos, hijos, amigos y sentíamos esa tristeza. Se tocaba al muerto, se le besaba, se lloraba encima de él. La familia se reunía. Se le ponían las mejores ropas, a esto se le llamaba la mortaja. Todo se hacía en grupo, familiarmente, en unión en el dolor, en la tristeza, en el amor de los unos con los otros.
Ahora no, ahora se lleva al muerto como una cosa a un tanatorio. Se le mete entre cristales en un cuarto que no se ve si no te acercas lo suficiente y como mucho saludas a los familiares más allegados. Y por supuesto, los niños ni se acercan.
Así que luego cuando los niños preguntan por su abuelito, abuelita, tito, que se yo… los padres tienen que inventar mil excusas para explicarles que ha fallecido. Y me sorprende la capacidad creativa de los padres ya que nunca les suelen decir la verdad. Y cuando el niño se hace hombre y descubre la verdad se da cuenta que sus padres les mintió. Entonces se pregunta, ¿en cuántas cosas más me han mentido a lo largo de todos estos años? Y entonces los padres se lamentan de que sus hijos no confían en ellos. Curioso juego.
Para saber, descubrir, aprender que es el amor se ha de conocer todas las emociones. Con la experimentación de todo se adquiere la sutileza para sentir el amor de verdad. Impedir sentir dolor, tristeza, impotencia, debilidad, solo nos mutila emocionalmente e impide que sintamos el amor de verdad. Y con este trozo de corazón que nos falta vamos por la vida mendigando cariño y nos colgamos de cualquiera que se nos acerque con un poco de afecto.
En fin no es ser mendigos, sino ser emperadores del amor. Para ello tenemos que perder el miedo a sentir todas las emociones que llamamos negativas o malas. Sin ellas seguiremos siendo unos ignorantes del amor. Yo decidí conocerme en ellas hace tiempo. He llorado, sufrido, amado, odiado, maldecido, pero gracias a ello me conozco un poco más. ¿Qué decides hacer tú?

miércoles, 30 de mayo de 2012

REPOSTANDO

Hoy he parado en una gasolinera a repostar mi coche. Estando pagando en la caja ha entrado un chico al cual la cajera le ha preguntado cuanta gasolina iba a ponerle a su coche.
El chico le ha contestado: “uy, no he venido a repostar, sólo quería una barra de pan, pero  por la costumbre he dejado el coche en el surtidor”.
Esto me ha llamado la atención. ¿Cómo llendo a una cosa actuamos como si fuésemos a hacer otra? Desde mi punto de vista no es la costumbre, como él ha comentado, es el piloto automático que llevaba puesto lo que le ha hecho actuar así ya que iba pensando en otra cosa.
Esto es inconsciencia. Estar haciendo una acción y pensando en otra es lo que más confusión nos genera a nivel interno. La inconsciencia es una cosa muy común. Somos inconscientes de muchas cosas que suceden en el mundo, en tu propio país, en tu ciudad, en tu barrio, en tu casa, en tu familia, en tu pareja, en tus hijos, incluso y lo más interesante, no eres consciente de lo que te sucede a ti mismo y ni dentro de ti.
Tenemos la falsa idea de control, de estar atentos a lo que nos sucede. Es una idea como he dicho ya que la realidad es bien distinta. No nos damos cuenta de procesos tan complejos como la cura de una herida, el parpadeo de nuestros ojos, el movimiento de nuestras piernas al caminar, del constante latido de nuestro corazón, del flujo constante de entrada y salida de aire en nuestros corazones, etc.
Si además estamos pensando en que voy a hacer dentro de dos días, dos horas o diez minutos; o por el contrario, que me sucedió ayer con tal o cual persona, es imposible que sepamos realmente que nos está sucediendo en el presente, que nos sucede aquí y ahora.
Esta inconsciencia hace que nos sucedan accidentes, que cometamos errores, que no podamos descansar un día agotador, que por la noche no conciliemos el sueño, etc. Impide que escuchemos a quien nos habla, que nos escuchemos a nosotros mimos, que seamos incapaces de desarrollar todo nuestro potencial para solucionar un problema que se nos haya planteado, etc.
Esta desconexión de la realidad no es casual. Seguro que la primera vez que la pusimos en marcha nos protegió de un dolor interno, bien sea un rechazo de una chica, hacer algo que nos desagrada, que nos aburra lo que vivimos en ese momento… que se yo que otra causa puse en marcha este juego…
...lo cierto es que en un momento determinado nos ayudó y como lo hizo, nos aferramos a esta tabla de salvación. Lo que no sabemos es que en ese momento nos sirvió pero en momentos posteriores, con otras circunstancias, con otras personas, en otra localización ya no nos sirve.
Es muy parecido a querer hacer una mundana de una casa a otra de una pareja. Todo lo que han de llevarse cabe en una furgoneta, así que con eso tienen suficiente. Les sirve ese vehículo para hacer lo que tienen pensado. Y van y lo hacen. Pero el tiempo pasa, la familia crece: nace un niño y dos gemelos. Ya no son dos sino cinco. La casa se les ha quedado pequeña y han de cambiar a otra más grande. Han de llevarse muchas cosas, así que en el furgón que antes les valió ahora ya no les cabe todo. Han de utilizar un vehículo más grande.
Lo normal es que se alquile otro vehículo para que todo entre. Pero seguimos aferrados a la idea de que en el furgón cabe todo. Esto es ilógico, es no adaptativo. Pues en la mente pasa igual. Se queda fija de que lo que nos sirvió una vez nos va a servir toda la vida y no es así. La vida está en constante cambio. Todo cambia, nosotros cambiamos pero no queremos verlo ya que los cambios, las cosas nuevas y desconocidas dan mucho miedo.
Hablamos de que sí nos gusta la variedad, lo diferente, pero solo queda en el comentario. Luego vamos a la gasolinera a comprar pan y dejamos el coche frente al surtidor. Actuamos de forma automática.
La única solución es ser conscientes de lo que hacemos constantemente, en todo momento y la meditación puede ayudarnos mucho. Un estado meditativo puede volvernos a  poner en el presente, a volver a hacernos cada vez más conscientes de nuestro presente, de nuestro cuerpo y de nuestra alma.

martes, 29 de mayo de 2012


RONY
Hoy he dejado a Rony, mi perro, en una protectora de animales. Le habían encontrado un lugar de adopción. Desde que me entere que ese lugar estaba sabía que me dolería su marcha.
Cuando lo adopte nunca imaginé que la separación de ambos me dolería tanto. Es curioso cómo se puede amar a un ser vivo de esa forma. Lo adopte por capricho. Me gustaba la imagen de un hombre solitario con su amigo fiel. Era una fantasía muy romántica. De película.
Solo veía aquello que quería ver, no estaba en la realidad. Esta es bien distinta de mi fantasía. Lo real es que Rony tiene su propia personalidad, que su naturaleza es importante, que es libre y sobre todo que el también me puede coger cariño a mí.
Estos últimos meses nuestra relación ha sido de amor odio. Por un lado estaba sus instintos naturales que le hacían buscar una perra para copular y eso le provocaba un desasosiego que yo no podía controlar. Luego su no querer estar solo. Ese miedo a la soledad hacía que ladrase y los vecinos no pudiesen dormir y se quejasen. Por otro lado estaba mi sobrino, al cual ya le había mordido dos veces ya que él tiene a su peor enemigo, Nelson. Un perro mediano con mucho carácter y ya llevaban varias peleas a cuestas.
Recuerdo que cuando era pequeño los perros estaban en las casas suelto y en muchas ocasiones he corrido delante de ellos lo que hizo que les perdiese el miedo. Ahora la sociedad no está preparada para estos animales. Queremos que dejen de ser instintivos y se vuelvan humanos. Queremos educarlos como a las personas y entonces pierden su naturaleza animal. Reconozco que no tengo la personalidad necesaria para cuidar de un perro. No se marcarle los límites.
Así que he optado por que lo adopten otras personas que sean más fuertes y puedan cuidarlo mejor. Mi vida ha cambiado tanto, bueno, yo he cambiado tanto que no puedo hacerme responsable de nada ni de nadie. Puedo cuidar, puedo atender, pero no ser responsable. Cada uno es responsable de sí mismo. Cada uno ha de cuidarse a sí mismo.
La vida siempre da más opciones para cada problema. Es muy raro que nos dé una o dos solamente. Siempre ofrece más sólo que no tenemos la paciencia ni la comprensión para verlas. Nos quedamos aferrados a una o dos y no vemos más. A esto los sicólogos lo llaman visión de túnel. Cuando somos capaces de pararnos y observar sin juzgar, la visión se amplia y vemos soluciones que antes pasaban desapercibidas.
Esta opción que he cogido con Rony era incapaz de verla. Ni me la había planteado hasta que un buen amigo me la comento. Me pareció una idea genial y al final, gracias a otra amiga ha sido la que se ha realizado.
Sabía que dejar a Rony no solo sería dejar un perro a que otros lo adoptasen. Sabía que me dolería en lo más profundo de mí, que me desgarraría ya que mi ego se vería doblegado ante la realidad. Y cuando un hecho obliga a mi ego a aceptar lo que no quiere aceptar me duele en mi interior.
En mi vida, normalmente, he ido añadiendo cosas: personas, animales y muy pocas veces he dicho adiós a una persona o cosa. Esta separación es distinta por varios motivos. Uno es porque por capricho decidí quedarme con Rony ya que lo iban a dar a la perrera los anteriores dueños. Así que lo acepte a mi lado.
Las personas siempre me han venido a mi vida y no era consciente de que entraban y cuando se marchaban me desconectaba para no sufrir, para que no me doliese. Mis padres han tenido restaurante en la playa y como es lógico, la gente iba de forma estacional. Recuerdo que cuando se acababan sus vacaciones yo solía cogerles cariño. Su marcha me sumía en la melancolía y para no sufrir me desconectaba, me disociaba. Esto en un principio me aliviaba, me ayudaba a no padecer, me protegía. Y como todo en esta vida es polar, si me ayudaba  por un lado, me hacía daño por otro. Este daño venía por la razón de que cuando desconectaba me cerraba. Cerraba mi corazón y luego cuando tenía que abrirlo no podía. Me quedaba atascado y no podía acercarme a las personas.
Cuando cerramos nuestro corazón  para no sufrir hemos de ser muy conscientes de lo que estamos haciendo ya que las consecuencias a largo plazo pueden ser muy perjudiciales para nosotros. Es cierto que esta actitud nos protege en un principio y a la vez, este cerramiento, impide que nada entre o salga. Y entonces lo que habíamos hecho en protección se vuelve en nuestra contra. Entonces lo que nos protegía para no sufrir hace que suframos por no poder abrirnos.
Se ha de comprender esto muy bien. Las protecciones del corazón son necesarias para poder sobrevivir a lo que nos sucede en la vida. Ahora, una vez protegido y pasado el bache hemos de ser conscientes y tomar contacto con ese dolor que nos producía el suceso para volver a la vida. Si no contactamos con el dolor no podremos abrirnos.
A nadie le gusta el dolor, a mí tampoco. Es cierto que hay dos tipos de dolor. Uno es el generado por el pensamiento, por la mente. Este dolor es destructivo, dañino, destroza nuestro ser. La mente estando en el pasado o en el futuro, recuerdo que en el presente no hay mente, es capaz de generar todo tipo de emociones. Unas podemos llamarlas buenas, a otras las llamamos malas.
Lo cierto es que los pensamientos generan emociones que no nos conectan con la realidad y que no nos permiten crecer ni sicológicamente ni emocionalmente. Para mí, este es el dolor inútil, sin sentido, que no sirve para nada. Por desgracia la gran mayoría de la gente está enganchada en este círculo. Están en este juego. Sé que hay personas que no creen en esto y los comprendo, pero si en algún momento de sus vidas dejan de pensar por un segundo se darán cuenta que durante ese tiempo no han sentido ninguna emoción.
Muchos hemos experimentado esto a lo largo de nuestra vida, y da miedo, creemos que así estamos muertos. Pero esto lo veo desde otro punto de vista. Cuando dejas de pensar, el pensamiento se vuelve una herramienta que puedes usar cuando la necesites, y entonces comienzas a ver que no eres tu mente. Que eres otra cosa totalmente distinta. Dejas de identificarte con ella.
Después esta el dolor genuino. El que se siente después de un suceso triste. Este sentimiento si se permite que fluya nos mete en nuestro infierno, en la realidad de la vida, en nuestro corazón.
Es desgarrador, descontrolado, duro, cruel y a la vez sanador. Es cierto que nos ha roto el corazón pero como la vida es bipolar, es como un péndulo, cuando está en el dolor es que está cogiendo fuerza para llevarnos a la alegría. Para llevarnos nuevamente a nosotros mismos.
Lao Tse en el Tao Te King establece que lo alto se apoya en lo bajo, lo dulce en lo salado y el dolor en la alegría. Si estamos en un extremo, por naturaleza el tiempo nos llevara al otro extremo. Si dejamos que transcurra el fenómeno y no lo cortamos, por naturaleza así sucederá.
Desde pequeño siempre he oído decir a mi madre que no hay duelo sin risas ni boda sin llanto. Estas frases tan sabias, se apoyan en la bipolaridad que es la vida.
Las personas no solemos experimentar este fenómeno debido a esa mente que nos mantiene estáticamente en un extremo. Nos tiene enganchados como una alcayata a un cáncamo y no permite que el proceso fluya de forma natural. Fuerza a que nos quedemos en una posición fija, parada, inmovilizada.
La naturaleza existe desde hace muchos años y ha creado sus técnicas para sobreponerse a las situaciones traumáticas de sus hijos. Si crea el dolor también da la forma de superarlo. Si produce el suceso, da la forma de saltarlo. Ahora, hemos de dejar que siga su curso, hemos de permitir que fluya.
Todo esto no es un invento mío. Tiene miles de años. Entre el cielo y la tierra está todo inventado dice mi madre que decía mi abuela. Y es cierto. Desde hace milenios los místicos llevan diciendo lo mismo una y otra vez, pero no queremos escucharles. ¿Para qué? Creemos que eso significa dolor y lo que no somos conscientes es que por evitar el dolor sufrimos más y durante más tiempo.
Después de dejar a Rony en la protectora y una vez en casa. He llorado dejando que mi cuerpo fluyese y luego he bailado esa pena, restableciendo el equilibrio energético que mi cuerpo, mi mente y mi alma necesita. Evitar las cosas no es lo mejor opción que tenemos para vivir felices, hay más opciones y más sanas.


lunes, 28 de mayo de 2012

CONVERSACIONES CON UNA ENFERMERA
Tengo una amiga que trabaja en quirófanos de urgencias. Es enfermera. Hoy han tenido una aorta rota, una cesárea y un suicidio que se ha roto el bazo, el hígado y riñones.
El hombre de la arteria rota tiene 81 años. Le han puesto veinte bolsas de sangre y casi cincuenta sueros. Han tratado de mantenerlo con vida a cualquier precio.
A veces me pregunto si tenemos la libertad que tanto decimos que poseemos. Yo creo que no es así. Realmente no tenemos ni la libertad de decidir cuándo morir.
Desde mi punto de vista nosotros tenemos cierta responsabilidad en nuestra propia muerte y es más, si estamos atentos incluso sabemos cuándo ha llegado el momento de dejar este mundo.
Tengo amigos médicos, les oigo hablar entre ellos, tecnicismos, curas, altas. He visto radiografías, medidas de huesos, etc. Pero hay algo que me sorprende, y es que casi nunca dicen un nombre. No es que el nombre del paciente sea importante para mí, pero si es dar dignidad a la persona con la que están tratando.
Vivimos en una sociedad donde todo ha de ser controlado. Es tanto lo que se quiere controlar  que estamos llenos de deberías, deberes y obligaciones. Apenas nos oímos a nosotros mismos, apenas escuchamos nuestras propias necesidades y mucho menos nuestros sentimientos.  Y si estos son considerados negativos, por desgracia, se recurre muy a menudo a la medicación para tratar de controlarlos. Es tan férreo el control que tratamos a toda costa de evitar el dolor.
Una que me llama la atención en gran medida es que a los niños se les ha privado de ver a sus seres queridos (abuelos, tíos, primos, amigos e incluso padres) muertos. En la actualidad a los difuntos se les lleva a un tanatorio. Todo muy aséptico para todo el mundo y cómodo. Pero a nivel emocional es tremendamente destructivo.
Tengo dos ahijados. El primero, un chico, hace un tiempo fui a verle. El apenas tenía siete años. Un par de años antes su abuelo había muerto y sus padres le habían contado que, Antonio se llamaba el abuelo, estaba en las estrellas.
Recuerdo que era verano. Estaba de noche y nos encontrábamos solos en un columpio del jardín frente a su casa. Miro las estrellas y me comento que una de ellas era su abuelo. A mí se me presentaron dos opciones. Una era dejarle esa creencia y ya aprendería lo que la realidad impone con el tiempo, además, habían sido sus padres los que le habían explicado esto.
La otra suponía ponerlo en la realidad y explicarle la verdad acerca de la muerte y las estrellas. Por supuesto no había visto a su abuelo muerto. Lo mire y vi que con su edad ya podía comprender ciertas cosas, así como preguntar las dudas. Opte por la segunda opción. Me escucho con interés, me hizo dos preguntas más y cuando se las conteste quedo satisfecho y no me volvió a sacar más el tema.
Es natural que en cada edad hay un tipo de comprensión distinto y ahí es donde los educadores han de tener la sensibilidad suficiente como para despejarles sus dudas con las palabras inteligibles a su nivel y diciéndoles la verdad. A las personas nos duele mucho que nos mientan, sea la edad que sea la que tengamos. Que nos engañen nos duele. Y no es el engaño en sí lo que nos hace sufrir, sino la pérdida de confianza que sufre el engañado en sí mismo. Es el cerramiento que sufre en su corazón cuando descubre que la persona que ama y en quien confía le ha engañado. Entonces deja de ser una mentira y se convierte en una traición.
Esto aumenta en intensidad si no tienes la suficiente madurez como para comprender los motivos que han llevado al otro a hacer semejante acción. Y la traición se convierte en rencor y el rencor en dolor que en ocasiones no queremos ver y mucho menos expresar.
He oído mil veces decir a los terapeutas con experiencia que la mayoría de las veces, sus pacientes solo necesitan que se les escuche. Y con la experiencia que tengo estoy de acuerdo con ellos.
Por desgracia el mundo se ha vuelto sordo. Nos oímos los unos a los otros. Oímos a las personas que están a miles de kilómetros pero hemos perdido la capacidad de escuchar. No escuchamos a nadie.
No escuchamos a las personas con experiencia, ósea, a los ancianos. No escuchamos a nuestros padres, a nuestros familiares, a nuestras parejas, etc. Y lo que es peor, no nos escuchamos a nosotros mismos.
No escuchándonos no sólo no nos tenemos en cuenta, no tenemos la capacidad de escuchar a los demás. De escuchar a nuestro corazón, nuestro cuerpo y por extensión a los demás seres que habitan este mundo.





Acabo de ver una película de ciencia ficción. Creo que se titula Trom. Trataba sobre el ser y su vanidad tratando de crear un mundo perfecto.
Realmente este planteamiento ha sido puesto sobre la mesa de la humanidad en múltiples ocasiones. El más famoso y todos conocemos fue el caso naci con Hitler a la cabeza.
Quería crear una raza superior, de elite. La estupidez humana es así. El hombre es capaza de sacar lo mejor y lo peor de sí mismo.
Es curioso para mí oír a la gente hablar de cosas “buenas” que poseen en su interior, pero hablar de las “malas” ya no les oigo tanto. En la sociedad  que vivimos no se permite tener lado “oscuro” y a la vez esa parte nuestra pugna por salir ya que también existe dentro de nosotros.
Desde siempre se ha intentado crear un mundo donde todo sea positivo, fácil, sencillo. Y mirando la historia, ninguna de las veces ha funcionado. No sabría el porqué de esto en casos concretos, habría que examinarlos con lupa. Lo que si observo es que en todos  los casos esa perfección ha venido de un ideal, de la mente.
Y como casi todo lo que es creado en la fantasía no puede salir de sus muros y la realidad termina por imponerse. Lo real antes o después hace arrodillarse a la fantasía.
Antes de proseguir, me gustaría hacer una distinción. Para mi es diferente la creatividad y la fantasía. Una persona tiene la capacidad de fantasear en su mente y esto puede pasar a materializarse en la realidad a través de la creatividad y la acción. Ahora, solo cuando se queda en la fantasía es donde se estable el caos emocional.
Con la fantasía ponemos en marcha la energía necesaria para que lo imaginado se desarrolle en lo real. Digamos que es como subir una escalera donde la imaginación es unos de los peldaños.
En la Gestalt se ha establecido un círculo de desarrollo de una acción desde que se rompe el equilibrio hasta que se vuelve a estar en ese estado.
Digamos que una persona está en el sofá tranquilamente, tiene la sensación de frío, se levanta va a la ventana, la cierra y nuevamente vuelve a su sofá tranquilamente. Esta secuencia de sucesos tiene un denominador común y que permite que todo se pueda desarrollar. Este denominador común es la energía.
Sin ella no hay sensación, ni necesidad, ni fantasía, ni acción, ni conclusión y mucho menos equilibrio.
Todo es movido por la energía. Los científicos llevan poco tiempo viéndola en comparación con los místicos que nos llevan hablando de ella algunos milenios.
Lo curioso de todo esto es que la energía tiene consciencia de sí misma. Se mueve de una forma peculiar, cuanta más cantidad hay más se concentra. Funciona como un imán, nunca mejor dicho. Cuanta más energía tienes más atraes hacia ti.
Einstein lo llamo la teoría de la relatividad. Un cuerpo más grande atrae al más pequeño debido a su diferencia de energía y a su atracción.
En el mundo animal pasa algo parecido. Por ejemplo, el macho más fuerte atrae a más hembras. Algo así como dijo Darwin, la selección natural perpetúa la especie del más fuerte.
Los sicólogos últimamente se han dado cuenta de esto y han sacado la sicología positiva, conductismo, etc.
Se cree que pensando en positivo la energía del ser cambia y por ende cambia su forma de ver el mundo y su vida. Y en parte estoy de acuerdo con ellos. El planteamiento, en principio, no está mal. Lo que no se han dado cuenta es de los detalles.
El ser humano es creador por naturaleza. Le gusta crear cosas: herramientas, arte, ropa, etc. Es una expresión de su interior y gracias a esta cualidad domina el mundo. Pero por tener esta capacidad, el mismo es el que ha de sentir esa sensación de crear y así llegar a la autorrealización.
Si una persona que está triste y desde fuera le imponen que ha de estar alegre. Esta alegría es falsa, ficticia. Impidiéndole que se desarrolle, que evolucione y que su poder creador no salga a la luz y no se sienta realizado.
Es cierto que como se piensa se siente y actúa. Ahora, este cambio ha de venir de dentro no de fuera. Si viene de fuera es una máscara, si viene de dentro es genuino.
Una de estas máscaras que se nos ha formado es la de la perfección. Esta condición no está mal si se establece como un espíritu de superación, de querer ser mejores. Pero solo eso, es un espíritu. La realidad es bien distinta.
Todo el que quiere ser perfecto acaba neurótico, loco o termina generando más daño con esa perfección que el que trata de evitar intentando ser perfecto.
Si la naturaleza no acepta en sí misma la perfección. ¿Por qué el ser humano trata de conseguirla? En la sociedad que me muevo veo a la gente queriendo ser mejor empresario, tener el mejor coche, el móvil de última generación, el mejor marido, el mejor padre...
Pero todos somos bipolares, tenemos dos partes. Hasta la iglesia la tiene y es normal. Si fue creada por el hombre, lo más lógico es que sea un reflejo de sí mismo. Si tratamos de ser los mejores descuidamos la otra parte nuestra, que es ser los peores. Si te centras en tu pecho, olvidas tu espalda y ella va contigo a todas partes. No puedes deshacerte de ella. Es imposible. Si sólo nos centramos en lo positivo olvidamos lo negativo que también nos enriquece.
Lo curioso es que sin querer verlo, lo negativo también hace acto de presencia. Fluye por las venas del mundo. Un ejemplo muy ilustrativo de esto es el cine. ¿Qué sería el cine sin sus malvados? O ¿de los héroes del comic sin sus villanos? Y es curioso ver que tanto en el cine como en el comic que fue inventado por el ser humano, es decir, es una expresión de sí mismo. Es un arte, es su propia creatividad desarrollada.
Por tanto, la perfección solo existe en la fantasía. Por muy bueno que sea el diseño, nace con fecha de caducidad. Ósea, en sí mismo es imperfecto.
¿Entonces de donde viene esa idea de perfección? Esta idea bien de eso mismo, de la idea y solo en ella puede permanecer. Solo en ella puede alimentarse y cultivarse. Fuera de ahí no tiene sentido. Fuera de esa imagen que queremos mostrar de nosotros mismos y que nadie se traga no tiene consistencia, no tiene sentido.
Una vez un amigo me dijo:” esto es como la halitosis, el que la padece es el último que se entera”. Y que bien cierto es.
El ser humano quiere ser perfecto y para eso crea sus dioses. Dioses perfectos, omnipotentes, no tienen lados negativos. Para la negatividad crea otros seres: demonios, villanos, infiernos, etc. Pero lo que no ve es que tanto el cielo cono el infierno están en uno mismo.
Este es mi punto de vista. Esta es la forma en que yo veo a las personas. No hay buenos ni malos. No hay energía positiva ni negativa. Para mi sería positivo-negativo, bueno-malo.
El uso de la energía de la que disponemos es lo que determina que clasifiquemos a las personas en buenas o malas. Y el uso que se le dé a esa energía viene determinado por la cantidad de consciencia de nosotros mismos que hayamos adquirido con las experiencias vividas y las enseñanzas aprendidas de ellas.
Una persona que ha aprendido poco de sus experiencias, es poco consciente de sí misma y entonces se vuelve perfeccionista. Ha cambiado lo que es por lo que quiere ser. Ósea, cambia la realidad por la fantasía. Lo real por la imagen. Y solo volviendo a la realidad puede ser consciente de ella y de lo que la rodea y por ente el mundo.
Estar en la realidad es duro, muy duro. Supone ver nuestros infiernos y ver nuestro cielo. Es fusionar dos mitades y crear un ser nuevo, único, sin partes y sin fracciones.
Esto es lo que Jesús quiso decir a Nicodemo, pero este no le comprendió.  Y es normal, no sabía de lo que le estaban hablando. Es como comparar una carreta de bueyes con un Ferrari. Aunque los dos van sobre ruedas, la cualidad es muy diferente en cada uno de ellos
Esta transformación ha de venir de dentro. Ha de hacerla uno mismo. Es cierto que un terapeuta puede ayudarte, incluso guiarte en algún cruce. Pero el camino ha de recorrerlo uno mismo y solo. Sólo en la soledad de uno mismo se produce la transformación. Sólo en el silencio con uno mismo  se comienza a ver la realidad del ser y del mundo que nos rodea.
Es necesario no ver a la perfección como un enemigo a abatir, sino como una cualidad que nos está diciendo: ¿me ves? Pues ahora mírate tu espalda. Nos quiere enseñar una realidad, y es que no somos perfectos y ahí es donde radica el milagro.
El querer y no poder es una doble polaridad, dos polos y ambos están unidos. Buda hablo durante muchos años del camino del medio y ese camino no es otro que el ser consciente de los extremos y permanecer en el centro. En el equilibrio. En la acción sin acción.














domingo, 27 de mayo de 2012


Hola, hoy es un buen día para comenzar a ver la vida.
Muchas veces estamos viendo pero muy pocas observamos de verdad. Esos ojos que tenemos son unos organos anatomicos que nos permiten recibir gran cantidad de información del exterior. Si aprendemos a mirar con la dirección adecuada podremos ver las distintos elementos ocultos que mueven este mundo.
Tenemos un universo el cual vemos, tocamos, oimos, saboreamos. Pero hay otros universos que no somos capaces de ver ni sentir por tener la vista sucia.
Como unas gafas que límpiamos sus cristales cuando estan sucios, así tenemos que hacer con nuestra manera de ver el mundo cuando tenemos los organos de los sentidos embotados, sucios, saturados de información que no es vital para nosotros.
No espero ayudar a nadie. La limpieza de los cristales ha de hacerla cada uno con su propio esfuerzo. Aunque si quiero decir como voy experimentando las distintas cosas que me suceden en la vida y como las veo.
Si esto sirve, bien. Sino nada puedo hacer y la vida continua.
Un saludo a todos y que comience las experiencias de la vida.